Obesidad: la epidemia del siglo XXI

El siglo XXI trae consigo un nuevo desafío para la Medicina y otras ciencias relacionadas como la Nutrición. Estamos hablando de una alerta mundial en torno a la obesidad como epidemia.

Suena fuerte, pero los datos nos demuestran que el porcentaje de casos de obesidad a nivel mundial ha aumentado estrepitosamente en los últimos años y la tendencia es el crecimiento progresivo.

¿Qué es la obesidad?

La obesidad se define como “un incremento en el porcentaje de tejido adiposo corporal, frecuentemente acompañado de aumento de peso, cuya magnitud y distribución condicionan la salud del individuo”.

La obesidad es una enfermedad que aumenta el riesgo de desarrollar otras enfermedades, como la diabetes, las enfermedades cardiovasculares, ciertos tipos de cáncer y otras.

¿Cómo se desarrolla esta enfermedad?

A partir de un consumo superior de calorías que el organismo necesita, según la edad, el sexo, la actividad física y el estado fisiológico, en relación al gasto de energía. En consecuencia el exceso de energía se deposita en forma de grasa.

Asimismo, en la génesis de esta enfermedad el factor genético interactúa con los factores culturales: inadecuados hábitos alimentarios e inactividad física.

La teoría del gen ahorrador

En 1962 fue propuesta la Teoría de Neel, también conocida como la teoría del gen ahorrador. El estudio científico propone que los seres humanos tenemos un material genético caracterizado por ahorrar energía. Esta afirmación se sustenta en que el geno homo (entre 2 a 3 millones de años atrás) y el homo sapiens (hace 40.000 años), tuvo que enfrentar condiciones climáticas severas, competencia con otras especies y periodos de escasez de alimentos. En este contexto elaboró estrategias de supervivencia que se fueron incorporando lentamente al gen.

¿Cómo se desarrolló el gen ahorrador?

El ser humano antiguo utilizaba las siguientes estrategias:
a) se debe comer cuando hay alimentos disponibles;
b) cuando existe exceso de grasa y de calorías ingerido debe almacenarse como grasa;
c) las partes del alimento que tienen grasa son prioritarias teniendo en cuenta que las grasas tienen el doble de calorías que las proteínas y los carbohidratos.

A través de esta teoría se podría explicar que procesos esenciales en tiempos remotos, hoy en día se constituyen en perjudiciales y posibles factores determinantes en el crecimiento progresivo de la obesidad y las enfermedades relacionadas.

¿Cómo se diagnostica la obesidad?

La obesidad se determina a través de ciertos indicadores como ser los antropométricos, los bioquímicos, y otros. Actualmente se reconoce que en las personas obesas la distribución de la grasa corporal es más importante que la cantidad de grasa total. La ubicación predominante de la grasa alrededor de la cintura es un factor de riesgo para el desarrollo de enfermedades como la diabetes y las enfermedades cardiovasculares.

En los tiempos que corren existe un mayor consumo de alimentos altamente calóricos ricos en grasa y azúcar ( “fast food”), bajo consumo de frutas y verduras, bajo consumo de fibras, bajo consumo de leguminosas, entre otros.

Asimismo, se describe el síndrome de inactividad física, por el estilo de vida que llevamos, como otra de las causas de la obesidad. La introducción de cambios en nuestros sistemas de trabajo, de recreación, en los medios de transporte, resulta en conjunto un importante ahorro de energía, contribuyendo al balance positivo de energía.

¿Cómo podemos prevenir la obesidad?

La manera más efectiva de evitar el aumento progresivo de esta enfermedad es manteniendo pautas adecuadas de alimentación y estilos de vida saludables.

En ese sentido algunas recomendaciones sugeridas son:

- Aumente el consumo de frutas y verduras.
- Aumente el consumo de legumbres: lenteja, porotos, garbanzos.
- Consuma productos lácteos descremados: leche, yogur, queso.
- Seleccione carnes con menor contenido en grasa: cortes magros.
- Prefiera aceites vegetales y limite las grasas de origen animal (manteca, crema de leche).
- Aumente el consumo de cereales integrales: pan, arroz.
- Disminuya el consumo de sal y la que consume que sea yodada.
- Disminuya el consumo de azúcar y de alimentos que lo contengan como dulces, tortas, gaseosas, helados.
- Evite las frituras.

Para mantenerse físicamente activo realice algún deporte de su preferencia (fútbol, voley, tenis, natación) o camine de 4 a 5 veces por semana por lo menos 30 minutos diarios. También puede buscar opciones sencillas como subir escaleras, caminar cuando las distancias son cortas, disminuir la cantidad de horas frente al televisor, realizar tareas domésticas, etc.

La actividad física nos brinda beneficios tanto físicos como mentales: ayuda a controlar el peso, previene las enfermedades cardiovasculares y la diabetes.

Asimismo, es importante leer las etiquetas de los alimentos, que brindan información sobre el contenido de nutrientes y las propiedades nutricionales, de manera a seleccionar alimentos saludables.

La educación alimentaria: pilar fundamental en la prevención de la obesidad

La Organización Mundial de la Salud (OMS/OPS) propone la formulación e implementación de Guías Alimentarías para cada país, las cuales son un importante instrumento de apoyo para lograr los cambios de hábitos necesarios en alimentación y nutrición para mejorar la salud de la población.

Considerando que la obesidad avanza progresivamente tanto en países desarrollados como en países en vías de desarrollo, los gobiernos deben establecer políticas publicas que promuevan planes de alimentación y nutrición adecuados.


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